lunes, 17 de mayo de 2010

PARAPAPA!!



Me hubiera gustado saber más de ti, tus secretos, como ves la vida y qué piensas de ella.

Me hicieron faltas más llamadas, conversaciones en donde pudiéramos mirarnos a los ojos y ser honestos, tan reales como el día que te fuiste.

Tengo tantas cosas que contarte… Tengo quejas, tengo reclamos, tengo abrazos y cosas buenas también. Odiaba a veces tu silencio. ¿Cómo lidiabas con él? Te camuflabas en algo, pero nunca supe que era. Tampoco es que me torture los días pensando en eso, pero hubiera sido mejor entenderte más de lo que intenté.

Me va bien ¿sabes? Estoy estudiando algo relativo a mi sueño y trabajo en un cine, Vale también estudia lo que hace mucho quería y es la mejor cantante de Chosica y a mamá le va bien en su trabajo. Casi podría decir que el cine es mi segunda casa. viajo mucho de aquí para allá, casualmente pensé en escribirte esto en un viaje. Tu también viajabas mucho ¿Te acuerdas?

Muchas veces pienso si a ti también te quedaron preguntas pendientes en el paladar, como a mí. ¿Sabes qué pasaba? No queríamos darnos cuenta de la realidad y de eso vivimos los dos. Un par de soñadores locos viviendo su propio mundo, capaces de arriesgar todo por el todo, viviendo sus propias reglas.

Pero bueno, ya está, ya pasó.

¿Fuiste feliz con nosotros? ¿Algo te molestaba? ¿Querías huir? ¿De qué? ¿De tus propios demonios y secretos?

Tu misión con Vale y conmigo era más fácil de lo que imaginabas. A veces pienso que te complicaste mucho la vida. No era tan difícil querernos bien.

Nunca olvidaré los sábados cuando pasabas a buscarme por la tarde y me quedaba contigo todo el fin de semana. Jamás podré borrar de mi memoria lo momentos en me mirabas como si siempre fuera a ser niño y nunca fuera a crecer.

Papá, donde quiera que estés, te quiero, todo lo mucho o poco que me diste esta aquí, conmigo. No importa nada más. Te tuve el tiempo que necesité quererte y listo.
Nos veremos las caras en algún momento, para contarnos chistes y reírnos de todo, cuando mis arrugas, mi corazón cansado y mi letargo me lleven hacia ti.

domingo, 16 de mayo de 2010

CUCHO


Cucho tenía siete años y amaba el parque como si le perteneciera.

Se escondía entre los arbustos, les ponía nombre a las palomas, inventaba chistes en las esquinas junto a sus juguetes.

Y corría en la sala de su tía de lado a lado, pateando una pelota, dejando pasar el tiempo, esperando nada, solo reír.

Los domingos no le gustaban, olían a lunes y a colegio.

Era un aprendiz de la mañana y de la tarde, nunca le gustaron las fotos que le tomaban para el recuerdo. Para él, el recuerdo era pasajero, lleno de olvido y angustia. Huía a los brazos tentadores del pasado.

"todo esta bien", se repetía cada vez que el silencio, la brisa, el olor y ruido del rio paseaban juntos.

Con solo dormir en el patio fresco, escapaba de la pena si esta lo venía a buscar.

Dibujaba en la pared del mismo patio, con la clorofila su nombre, su equipo de fútbol, su protesta. De vez en cuando, dejaba escapar un corazón con el nombre de la niña más linda del colegio, aquella que alborotaba su respiración cuando pasaba cerca de él un lunes cualquiera. Y la veía de fiesta para un cumpleaños, acompañada de su madre: vestido amarillo, chompita blanca, la trenza más tierna y el castaño claro iluminado por sus ojos coquetos.

Cucho no pedía, recibía sin pedir, sin reclamar. Si había daño, el mismo lo intentaba reparar.

Tenía un manual en el alma que aprendió a leer con el tiempo.

En las noches, antes de dormir, las cortinas y las sombras lo amenazaban bajo la forma de señoras gordas. Por eso prefería tenerlas abiertas dejaba una rendija de aire en la ventana, así el aire entraba con facilidad y las estrellas, si es que se asomaban por el cielo nublado de julio de Chosica, le permitían construir un camino hacia la luna.

Cucho amaba el parque y era feliz.

Al menos, eso creía.