La soledad se quedó acompañada
de mis sueños
Con mis confesiones a cuestas,
inundando los deseos de ver mejor
un mundo al cual deseo pertenecer.
Un mundo real.
Mis mentiras son batallas inventadas
para ganar mis propias guerras
y el temor de ser atravesado por la espada
del delirio
invade el alma, la pone turbia
como las aguas reposadas de los ríos cerca de las ciudades,
llenas de mugre y estiércol.
Pena, quédate ahí.
No regreses, ya no te necesito.
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