La ira no es más que el arrebato de la razón,
Una calle asfaltada, voraz, urgente.
La ira calla y obliga a callar, no deja escuchar y tampoco permite ser escuchado.
Tiembla el cuero y el pellejo
Al descubrir su mirada y se abandona a la paz.
Sus lágrimas arden y hieren,
Ciegos están los mundos del poder de la ira.
La saliva se amarga, tu garganta cumple su cometido y la palabra se hunde como puñal en una oración,
La ira me satisface por segundos y asesina todo un pensamiento.
Me dejo llevar.
Luego, ya en mi cama, respiro agitado y duermo despierto, llorando la culpa.
Es ahí donde la ira me escupe. Vino, pasó y se fue.
Se aprovecho de mi furia. No hice nada por defenderme.
Ira de impotencia y de la muerte.
Parte de la sangre, escondida entre papeles
Amiga de la rabia. No hay vacuna. Es, y se va.
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